Hoy, y de manera conjunta, las instituciones implicadas en el fomento del Espacio Cultural Iberoamericano articulamos nuestra voz en torno a la celebración de las danzas de nuestra región, reconociendo el valor que constituyen como práctica social y colectiva, expresión artística, patrimonio inmaterial, campo de investigación y generación de conocimiento, motor de desarrollo sostenible y estímulo de calidad de vida.
En este sentido, reconocemos su rol esencial en el crecimiento del ser humano, su fuerza transformadora que permite conectar, imaginar y crear mundos pluralistas, con espacio y sentido para cada expresión de vida, con equidad, sin racismo ni exclusión de ningún tipo, y desde una cultura de paz.
Junto a esta visión, el propósito de este día es compartir su potencial a la vez que visualizamos los desafíos que están pendientes, y que nos competen como sector y red de agentes involucrados en el fomento de esta expresión de los derechos culturales.
Esto implica comprometernos a continuar creando y conjugando herramientas, sinergias y recursos para el incentivo y cuidado del área, que nos permitan acercarnos a los futuros deseables junto a los artistas, educadores, investigadores, gestores, mediadores y cultores de todos los territorios.
Supone además entender este campo como un conjunto de procesos complejos, generadores de sentido, desde las propias prácticas y en convivencia con aquello que nos instiga, ocupa y motiva como ciudadanos y ciudadanas.
Y significa también conectar estas fuerzas creadoras con otros campos de conocimiento, acción y transformación. Poner estos saberes a disposición de los desafíos sociales, económicos y ambientales que urgen, y asumir las corresponsabilidades desde este movimiento hacia aquel que necesitamos y anhelamos crear en comunión. Aquel movimiento que parece olvidado, que supimos danzar, y que el cuerpo reclama.